«En una economía donde lo único seguro es la incertidumbre, la ventaja competitiva proviene únicamente del conocimiento.»
Oren Harari. Universidad de San Francisco
Las organizaciones se enfrentan necesariamente al reto de generar el suficiente conocimiento para innovar en el mercado frente a la competencia. No toda la información es conocimiento. Entendemos por conocimiento toda aquella información, habilidad o actitud que nos permite alcanzar de forma sostenida en el tiempo los objetivos de la organización.
El conocimiento se ha vuelto un verdadero núcleo de la gestión de empresas en gran parte por la relevancia del sector servicios, y de la “servitización” de muchos negocios industriales, y las mejoras de productividad provienen en mayor medida del conocimiento. Es el crecimiento del mercado de intangibles, que han cobrado un creciente protagonismo en relación con otros elementos en el balance las empresas.
Resulta paradójico que las inversiones en innovación y formación en las empresas se reflejan contablemente de forma que al final de año el valor de la empresa es menor. ¿Dónde va esa mejora del activo intangible que provee una mejora en la forma de abordar el futuro de la empresa? Sin duda, deben existir elementos intangibles que recogen el enriquecimiento del capital intelectual de la empresa.
Las actividades de la gestión del conocimiento, necesario y existente, incluyen aspectos como identificar, desarrollar, incorporar, usar, compartir, y retener el conocimiento.
A pesar de la aparente simplicidad de identificar el conocimiento, es cuando intentamos determinar qué sabemos cómo organización o empresa cuanto nos damos cuenta de la dificultad que supone.
La paradoja aparece al preguntarse si sabemos lo que sabemos. Podría parecer una pregunta sencilla de responder, incluso a nivel individual. Sin embargo no lo es. Elementos como el olvido, la sobre-información o el efecto Dunning-Kruger, que consiste en el sesgo cognitivo por el cual las personas con baja habilidad en una tarea sobrestiman su habilidad, que se convierte en tendencia a subestimar sus habilidades en las personas de alto rendimiento.
Identificar el conocimiento incluye tanto el conocimiento necesario como el existente, tanto el explícito, estructurado y sistematizado, como el tácito, que se genera de a través de la experiencia y se convierte en aprendizajes más difusos a la hora de estructurarlo.
Como ejemplo pensemos en algo tan sencillo como un procedimiento sobre cómo hacer una entrevista de ventas (fácil de describir, explicito) y el verdadero comportamiento complejo que está debajo de la conducta de un o una comercial que obtiene buenos resultados (muy difícil de identificar, estructurar y transferir, tácito).
Además de identificar el conocimiento critico en el presente, lo más relevante es determinar el conocimiento necesario para el futuro.
Pero ¿sabemos lo que necesitamos saber? Se requiere dedicar tiempo a tratar de entender cómo afectan a mis actividades y negocios, ahora y en futuro, las situaciones que se están dando en el entorno y las principales tendencias, al menos en los factores políticos, económicos, socio-culturales, tecnológicos, ecológicos y legales (PESTEL por sus siglas).
Estas incluyen vigilar el entorno, buscando información pertinente, capturando la información útil para la empresa y analizándola para ver qué supone en términos de impacto.
En algunas organizaciones esta actividad se organiza en procesos sistematizados de Vigilancia Tecnológica e Inteligencia Competitiva.
Una vez recogidos y analizados esos factores nos permitirá generar una visión de cómo debería ser nuestra organización o empresa, sus actividades o negocios, sus procesos, sus tecnologías… y las capacidades organizativas y personales que deberemos desarrollar y utilizar para hacer frente a este futuro que nos marca la visión.
Podemos así determinar cuáles son los conocimientos en sentido amplio (saber, saber hacer, actitudes) actuales y necesarias para el futuro y determinar las acciones para ir captando y desarrollando esos conocimientos.
Una de las categorías más importante es determinar que parte de aquello que sabemos ya no es valioso, y de hecho puede suponer un freno para aprender otras cosas que a veces colisionan con las que hemos aprendido.
Aprender a desaprender, a dejar de hacer cosas que por inconsciencia, no ser conscientes de cómo nos condicionan, o por hábito.
El capital intelectual se está convirtiendo en la sociedad del conocimiento en la mayor fuente de ventaja competitiva de las empresas. Einstein dijo que “la imaginación es más importante que el conocimiento” entiendo que refiriéndose a la necesidad crear nuevo conocimiento, de encontrar nuevas oportunidades y crear nuevas soluciones para los importantes problemas que enfrenta la humanidad.
Resumiendo, debemos ser capaces de identificar los conocimientos que vamos a necesitar, los que debemos adquirir y ser capaces de captar y transferir con velocidad el conocimiento adecuado, a las personas adecuadas, en el formato adecuado para que puedan contribuir al éxito actual y futuro de la organización.
Director Talento & Transformación Organizacional