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Numerosos estudios prevén importantes incrementos en la productividad, las inversiones y el empleo a nivel macroeconómico como consecuencia de la transformación digital. El auténtico reto consiste en materializar estas previsiones en cada sector, cadena de valor y empresa, incluyendo las pymes.   La digitalización ya está aquí, ahora debemos de plantearnos como la afrontamos e integramos en nuestras empresas. No integrarla no es opción, debe formar parte de nuestra estrategia de empresa.

En realidad, las empresas llevan muchos años realizando importantes inversiones y esfuerzos organizativos en sus procesos de digitalización: MRP, ERPCRM, MES, …  Si bien disponer de estas herramientas representa un estadio de madurez que es necesario transitar para avanzar en el proceso de transformación digital, hoy en día no garantizan el mantenimiento de la posición competitiva en un contexto caracterizado por un significativo impacto de las tecnologías digitales.

Las empresas manufactureras más avanzadas están utilizando las tecnologías digitales para mejorar la eficiencia (OEE) y la flexibilidad (reducción de tamaños de lote) de sus instalaciones productivas. En algunos casos emplean nuevas tecnologías de fabricación como la fabricación aditiva. Pero en muchos otros casos simplemente actualizan y potencian sus procesos de automatización y digitalización aplicando tecnologías como visión artificial, internet de las cosas, robótica colaborativa, analítica de datos (big data) o inteligencia artificial. Éstas han posibilitado el salto cualitativo de la denominada Industria 4.0 al hacer converger tecnologías operativas (OT) y tecnologías de la información (IT) y al incrementar notablemente la capacidad de obtener y procesar información incluso dentro del propio equipamiento industrial (sistemas ciberfísicos). Los sistemas informáticos de gestión logístico-productiva siempre han perseguido modelizar y representar la realidad física de la planta, pero con estas nuevas capacidades ya podemos hablar propiamente de gemelos digitales con potencial predictivo.

Fabricantes de todo tipo de dispositivos, desde grandes instalaciones de máquina-herramienta hasta aspiradoras domésticas, están dotando a sus productos de capacidades de captura y procesamiento  de información para así incrementar el rendimiento de sus funcionalidades clásicas e incorporar nuevas funcionalidades y servicios. De esta forma diferencian su producto y generan ingresos adicionales por servicios, pudiendo llegar al punto de que proveer el servicio (mantenimiento por ejemplo) sea más rentable que la venta del producto. En última instancia, los fabricantes pueden llegar a generar ingresos únicamente por los servicios sin necesidad de que el cliente adquiera el producto.  Profundizar en este proceso de servitización representa una importante innovación en el modelo de negocio de la empresa.

Los dispositivos inteligentes con capacidad de interconectarse y colaborar entre sí posibilitan la creación de ecosistemas de aparatos y servicios integrados: automóvil, hogar, granja, etc. La clave está en quien establece los estándares de conectividad y, sobre todo, quien pone la inteligencia que coordina todos los dispositivos y gestiona de manera integrada los servicios. En el automóvil y en el hogar la lucha es encarnizada e intervienen tanto fabricantes de automóviles o electrodomésticos como grandes tecnológicas. También hay ecosistemas sectoriales de servicio: gestión integral de la seguridad, gestión integral de la limpieza, gestión integral de la energía, etc. Los fabricantes de dispositivos deberán estar muy al tanto de cómo se desarrollan los ecosistemas en sus sectores y quien triunfa en la batalla por imponer estándares y sistemas de gestión.

Por otra parte, el uso de los medios digitales (web, aplicaciones móviles, redes sociales, aplicaciones de mensajería, …) para establecer una relación directa con los clientes y, especialmente, la explotación de toda la información que se genera en estas interacciones, presentan importantes oportunidades a efectos de marketing para lograr una gestión comercial enfocada y para la personalización de productos y servicios a nichos específicos de clientes.

En muchos sectores nuevos entrantes y líderes del mercado ya están utilizando las nuevas tecnologías y canales digitales para incrementar su competitividad y diferenciarse de la competencia. En otros sectores son los clientes los que no tardarán en conminar a sus proveedores a sumarse a sus procesos de transformación digital, porque de poco les valen sus propios esfuerzos, si toda su cadena de valor no avanza consecuentemente. Tarde o temprano el impacto llegará a todos los sectores y cadenas de valor, aunque es difícil determinar el momento exacto y la intensidad. Salvo cuando ya es demasiado tarde. Lo mejor que puede hacer una empresa, independientemente de su tamaño y sector, es tomar la iniciativa y prepararse para aprovechar las oportunidades y protegerse de las amenazas que acarrea la digitalización.

Tomar la iniciativa supone considerar la digitalización como un factor crítico a la hora de formular o reformular el Plan Estratégico de la empresa, así como elaborar consiguientemente un Plan de Digitalización que permita disponer de un marco integrado, coherente y sinérgico para el diseño y la gestión de las iniciativas relacionadas con la digitalización.

Se trata, en definitiva, de identificar oportunidades y amenazas derivadas de la aplicación de nuevas soluciones tecnológicas (tech push), ponderar su impacto sobre la estrategia, el modelo de negocio y los procesos clave de la empresa (business pull), evaluar las fortalezas y debilidades de la empresa a afectos de implantar aquellas soluciones que prometan un mayor beneficio, definir y priorizar los proyectos de transformación organizativa y tecnológica necesarios para implementar las soluciones, y, por último, desplegar los proyectos y pilotar la transformación: monitorizar, evaluar, aprender y reorientar. Todo ello con una política de priorización en función de esfuerzos requeridos y beneficios aportados.

A su vez, debemos de, poner los medios necesarios para garantizar la seguridad de sistemas, informaciones y comunicaciones, la ciberseguridad se convierte en un elemento esencial en este mundo digital: sin ello, una aparente ventaja competitiva se puede transformar inesperadamente en una trampa fatal.

La digitalización tendrá su impacto también en las relaciones contractuales con nuestros clientes y proveedores, la relación con nuestros empleados y ello está trayendo como consecuencia nuevas normativas legales a las que la empresa también deberá adaptarse y deberá hacer frente a los nuevos mapas de riesgos a los que se enfrenta.

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